1. Nombre o nombres
Cerro
Cascajares o Cascajeras
2.
Localización administrativa
Término
municipal de Igualeja.
3.
Localización a partir de un locus
de referencia
14 km al S
34º SE de Ronda.
4.
Topografía
En la sierra
Blanca de Igualeja.
Por el O
desciende hacia el valle del Genal y sus
aguas vierten a este río por varios
arroyos.
Por el S sus
laderas bajan hasta el cauce del río Seco de
Igualeja, tributario también del Genal.
Por el E y el N
lo limita el arroyo de la Fuenfría, que se
une luego al de las Carboneras, afluente del
Guadalevín o río Grande de Ronda.
5. Motivación
Proximidad al
contacto entre las peridotitas y los
mármoles de la Unidad de las Nieves.
Explotaciones
mineras a cielo abierto: canteras de
mármol y minas de magnetita.
Proximidad a la
Fuenfría y su interesante entorno forestal,
geológico y paisajístico.
Panorama
privilegiado del valle del alto Genal y de
las laderas sudoccidentales del macizo
formado por la sierra de las Nieves y la
sierra Blanca de Tolox.
Visión de
conjunto de la gran masa peridotítica que se
extiende de SE a SO.
6. Vértices
geodésicos
Cascajares es
vértice geodésico de tercer orden y su
hito se conserva razonablemente bien.
Una grieta atraviesa la base de lado a
lado y la divide en dos, pero aun no se
ha desmoronado.
7. Mapas
Hoja 15-45
(1065) Marbella del Mapa Militar de
España E. 1:50.000, formada en 1.974.
Hoja 1.065
Marbella del Mapa Topográfico Nacional
de España E. 1:50.000, puesta al día
según datos de 1.972.
Hoja (1065) 2-1
del Mapa Topográfico de Andalucía E.
1:10.000.
Hoja 1.065-I
Igualeja del Mapa Topográfico Nacional de
España E. 1:25.000.
8. Aproximación:
carreteras, pistas
Salimos de Málaga
por la autovía E-15 (carretera nacional 340)
en dirección a Marbella y Estepona e,
inmediatamente antes de llegar a San Pedro
de Alcántara, nos desviamos a la derecha en
dirección a Ronda por la A-376 (antes
carretera comarcal 339), pronto circulamos
por el dominio de las sierras rojas,
bermejas, pardas o negras, como se denominan
en nuestra provincia a los macizos de
peridotitas. La carretera asciende por las
faldas occidentales de la sierra Palmitera;
a nuestra izquierda, en los hondo, corre el
río Guadalmina camino de Benahavis, de sus
célebres angosturas y del Mediterráneo.
De pronto, al
superar un puerto, aparece ante nosotros una
mole blanco-grisácea: es la sierra Blanca de
Igualeja. Ahora tenemos que poner toda
nuestra atención en las plaquitas que
señalan los puntos kilométricos. Entre el PK
142 y el PK 142 (o entre los puntos
kilométricos 21 y 22 de la antigua carretera
sobre la que se construyó la que vamos
siguiendo) sigue existiendo una de las
muchas “asas” que persisten de la
vieja ruta, con su puente de arco de medio
punto. Esta es fácilmente accesible a
vehículos por la inexistencia de escalón
lateral. Penetramos en ella despacio y ahí
aparcamos.
9. Eventual
refrigerio
Bar-Restaurante-Pensión
“El Navasillo” (sic), en el PK
135.
Comida para
tres (satisfactoria): ensalada,
caldereta, revuelto de ajetes, revuelto
de espárragos, rosada a la plancha, pan,
bebidas y café, 1.450 pesetas por
persona (26-XII-00).
Tel. 952 114 235
y 952 114 219.
10. Altura y
forma
1.416 m.
La parte más
alta del cerro presenta dos eminencias,
cuyos puntos culminantes distan 252 m en
línea recta, separadas por un
puertecillo hasta el que llega un camino
muy rústico que asciende desde las minas
de la Fuenfría.
11. Desnivel
386 m.
12.
Distancia geográfica
1.050 m
(distancia topográfica 1.118 m).
13.
Distancia para el caminante
Ascenso 2,2
km.
Descenso 4,2
km hasta la carretera y 6,2 km hasta el
vehículo (2 km por la carretera),
siguiendo para el descenso la opción 3ª.
Total 8,4 km.
14. Pendiente
teórica
36 % (ángulo
de 20º).
15.
Pendiente para el caminante
18,7 %
(ángulo de 11º).
16. Tiempo
de ascenso y de descenso
Ascenso 1 h
30 min.
17.
Itinerario organizado en hitos
Hitos
propuestos:
1) “Asa”
de la carretera vieja.
2) Socavón
(probable cata en busca de mineral).
3) Puertecillo
entre los mármoles y las peridotitas, en el
límite del pinar.
4) Cumbre del
promontorio más meridional (cota 1.409,5).
5) Vértice
geodésico de Cascajares, 252 m al NO.
6) Bifurcación
que conduce al puesto de observación militar
de la solana, bajo la cumbre sudoriental.
7) Puerto por el
que pasa el contacto entre los mármoles y
las peridotitas.
8) Puerto en el
que se toma el carril arruinado que
desciende.
9) Bifurcación en
forma de T.
10) Final de la
pista arruinada, que muere colgada sobre la
carretera.
11) PK 144 de la
nueva carretera.
Hemos aparcado el
coche en el “asa” de la carretera
vieja (hito nº 1), junto al puente, bajo el
que pasa un torrente que apenas lleva agua.
Un camino de herradura muy rústico, con todo
el aspecto de estar abandonado hace tiempo,
asciende por la vertiente izquierda (derecha
del sentido de marcha para el que sube) y
otro, igualmente deteriorado, se eleva por
la ladera derecha (izquierda de nuestro
sentido de marcha) por encima de la
carretera y paralelo a ella. Nosotros
empezamos a caminar por el primero, rodeados
por un matorral mísero de aulagas,
matagallos y almoradux o mejorana (Thymus
mastichina) y algún ejemplar aislado de
pino resinero.
Pronto aparece
delante una escombrera adosada a la ladera
derecha del torrente (a nuestra mano
izquierda), cuya parte superior es un
llanete en el que crece un hermoso pino. El
camino nos lleva hasta un gran socavón (hito
nº 2) excavado en la ladera izquierda del
barranco (a la mano derecha del que sube)
que hace pensar en una cata de mineros y que
está, precisamente, en el contacto de los
mármoles con las peridotitas. A partir de
aquí un mísero sendajo sigue ascendiendo
hacia la confluencia de dos barranquillos.
Sobre esta confluencia, entre las dos
vaguadas, hay una excavación circular con
reparos de mampostería que hace pensar en un
nido de ametralladoras. Aquí encontramos un
llanete, algo en pendiente, en el que la
vegetación se caracteriza por la abundante
presencia de almoradux y la escasez de las
aulagas y matagallos que nos han ido
acompañando. El sendajo se vuelve ahora
hacia el E y vemos a poca distancia un
puerto (hito nº 3) que separa un cerrete
poco marcado de la cuerda que sube a
Cascajares; por ahí va el contacto geológico
que hemos señalado e, igualmente, el límite
del bosque de pino marítimo; el esparto
empieza a adquirir protagonismo. Nosotros
subimos cómodamente por el interfluvio,
eludiendo los arbustos y matas. Vamos por la
linde del pinar, que queda a nuestra
derecha; los pinos son viejos y poco airosos
y tienen los troncos cubiertos de líquenes;
unas pocas encinas sobreviven entre los
pinos.
Por encima del
límite de los pinos queda un espartal por el
que se adivina más que se ve una veredilla
que serpentea buscando la cumbre. Este las
matas de esparto hay matagallo (Phlomis
purpurea) y matagallo amarillo (Phlomis
lychnitis), pero pronto empiezan a
aparecer los característicos híbridos (Phlomis
composita Pau = Phlomis crinita ´
Phlomis lychnitis) del segundo con la
oreja de burro (Phlomis crinita),
híbridos que a su vez desaparecen más arriba
para dejar espacio sólo a la última de las
especies mencionadas.
Conforme nos
acercamos a la cumbre el esparto empieza a
escasear y la piedra se hace dueña del
paisaje.
Estamos sobre un lapiaz muy fisurado, pero
poco desarrollado, con grietas de tamaño
centimétrico, y por tanto cómodo para
caminar. En él aparecen las primeras
almohadillas de Bupleurum spinosum.
Enseguida alcanzamos la cima (hito nº 4)
meridional del cerro (cota 1.409,5). Muy
cerca de nosotros, hacia el NO, se levanta
el promontorio que soporta el familiar hito
que señala la presencia del vértice
geodésico. Abajo, entre los dos, el
puertecillo hasta el que llega el camino que
procede de las minas de magnetita. En la
falda del promontorio que soporta el hito
destaca mucho, entre tanta roca, un gran
ejemplar de sabina Juniperus phoenicea.
A pocos metros de la cima en que nos
encontramos, un poco por debajo y a la
derecha hay restos de un refugio, no sé si
pastoril o militar, levantado con grandes
lajas de mármol.
Camino de la cima
noroccidental (hito nº 5) descubrimos los
primeros ejemplares de abarcapiedras, y, ya
en ella, descubrimos una parcela colonizada
por la efedra fina en la ladera de poniente.
Descenso. Opción
1a. Si bajamos desde el
hito hacia el O alcanzamos una pista que
pasa por el puerto que vemos desde lo alto
siguiendo la dirección N-S. Si seguimos esta
pista hacia el N y en todas las
bifurcaciones buscamos el O alcanzaremos la
carretera a unos tres kilómetros, en
dirección a Ronda, del asa en la que hemos
dejado el vehículo.
Descenso. Opción
2a (27-XII-00). Si llegado
a la puerto mencionado en la Opción 1a
seguimos la pista hacia el S descenderemos
hacia una zona llana en la que se forman
lagunajos en época de lluvias (de hecho la
pista está construida en plena vaguada y el
agua circula por ella abarrancándola). Si
nos dirigimos hacia el SE, evitando los
cortados artificiales de SO, llegaremos a
una ladera de acusadísima pendiente pero que
se puede bajar cómodamente por el
escalonamiento que frecuentemente produce la
erosión en esta calizas. Así alcanzamos el
camino que partiendo del asa en la que
dejamos el vehículo sube hacia el O. Aquí
encontramos una enigmática construcción que
nosotros interpretamos como una
fortificación de tiempos de la guerra civil
y un espacio excavado con reparos de
mampostería que imaginamos levantados con
fines defensivos. Por este camino volvemos
al coche.
Descenso. Opción
3a (29-XII-00).
Descendemos desde el hito de Cascajares
hacia el puertecillo que separa las dos
cumbres del cerro y llegamos a la
desdibujada pista que llega hasta él. Nos
dirigimos hacia el E, en dirección a las
minas de la magnetita. A unos ciento
cincuenta metros el camino se bifurca (hito
nº 6) y, por mera curiosidad, tomamos el
que, a mano derecha, rodea la cima
meridional y muere bajo el acantilado que se
precipita al S de la cota 1.409,5.
Encontramos un llanete abierto por la mano
humano en la ladera y un reparo de
mampuestos que domina la carretera, que
serpentea muy abajo: esto tiene todas la
trazas de ser obra militar. Aquí, en plena
solana, al sol y protegidos del viento,
comemos nuestros bocadillos.
Regresamos luego
a la pista principal y seguimos bajando.
Cuando el camino casi toca la linde del
pinar inicia un acusado descenso
zigzagueante y luego se dirige al SE para
alcanzar un puertecillo (hito nº 7) que nos
permite, de nuevo, asomarnos a las laderas
meridionales de la sierra que estamos
recorriendo. Por este puerto pasa el
contacto entre los mármoles, al O, y las
peridotitas, al E, cubiertas de pinos. Bajo
el puerto, hacia el S, entre los pinos,
merodean cinco caballos que nos hacen soñar
con los asturcones y que no imaginamos cómo
demonios están allí. Si nos volvemos al N
vemos el camino que sube desde la Fuenfría y
una de las trincheras de la que se extrajo
magnetita y que conocemos bien. Subimos
ahora al cerro pardo que se eleva hacia el
SE y descendemos a otro puertecillo (hito nº
8). Es aquí donde se toma lo que cabe
calificar como la ruina de un carril que en
otro tiempo permitió a algunos, quizá a los
forestales, subir a la sierra por estos
parajes. Enseguida nos internamos en el
bosque. Las instrucciones son las
siguientes: en la primera bifurcación (hito
nº 9)nos dirigimos a la izquierda; a partir
de aquí la pista desciende por un barranco
hasta quedar colgada (hito nº 10) sobre un
cortado en las proximidades del PK 144 (hito
nº 11)de la carretera junto a la que tenemos
el coche.
Mientras bajamos
tenemos la ladera a la derecha y el
barranco, en el que canta el torrente, a la
izquierda. hay tres bifurcaciones a la
izquierda que se dirigen a la vaguada y que
mueren en ella. Dije que el camino es una
ruina porque está obstruido en muchos
lugares por pinos caídos o derribados, por
amontonamientos de rocas desprendidas, por
montones de ramas, piñas y pinocha
arrastradas por las aguas, está abarrancado
por muchos años de erosión y todo ello lo
hacen verdaderamente penoso de transitar. Al
final, donde la mísera pista muere colgada
sobre la carretera, se adivina más que se ve
un sendajo que nos lleva hasta un asa como
la que nos sirvió para aparcar nuestro
vehículo.
Nota. La
guerra civil estalla en 17 de julio de
1.936. Queipo de Llano toma Ronda el 16 de
septiembre. El 5 de febrero de 1.937 Queipo
de Llano inicia la ofensiva que había de
culminar con la toma de Málaga y el 8 de
febrero a las 7:30 a.m. los nacionalistas
entran en Huelin. Así pues la carretera de
San Pedro de Alcántara a Ronda fue frente de
batalla durante más de cinco meses, lo que
justificaría plenamente la existencia de
restos de fortificaciones.
18. Lo que se
divisa desde la cumbre (S, E, N, O)
26-XII-00
Sólo pudimos echar fugaces vistazos al
paisaje a causa de las nubes que nos
envolvían entre ráfaga y ráfaga de
viento.
29-XII-00
Montemayor, sierra Palmitera, sierra de
Trincheruelos, sierra Blanca de
Marbella, sierra Canucha, sierra Real de
Istán, con el vértice geodésico de Armas
y, entre ella y la sierra de
Trincheruelos, la cumbre del cerro del
Duque, en la sierra de las Apretaderas;
muy a lo lejos la ¿sierra de Mijas?,
cerros Abanto y Alcojona y detrás las
laderas sudoccidentales de la Torrecilla
y la sierra de las Nieves; sierra del
Oreganal, con la cancha de Almola,
Jarastepar, sierra de Juan Diego, sierra
Blanquilla de Cortes, sierra del Pinar
de Cortes, sierra de Benadalid,
Benalauría y Algatocín y, entre nosotros
y ellos, el alto valle del Genal del que
vemos dos pueblos: Cartajima en la
laderas septentrionales y Pujerra en las
meridionales; Jardón, sierra Bermeja y
los Reales; y por último el mar y, de
nuevo, Montemayor.
19. Fechas de
subida
26-XII-00
(Pepe, Lola honoris causa y
Luis).
29-XII-00
(Luis et al.).
20.
Geología
El ascenso se
hace entre los mármoles de contacto
entre las dolomías y “calizas
tableadas negras” de la Unidad de
las Nieves (que se suele incluir en la
zona Subbética) y la intrusión
ultrabásica (en estos parajes con
harzburguita-lerzolita).
21.
Vegetación
En los
mármoles y cerca de la carretera un
matorral de aulagas, matagallos y
almoradux. Más arriba un espartal,
viejos pinos y alguna encina. En lo más
alto matorral almohadillado de
Bupleurum spinosum y
abarcapiedras y, muy raros, algunos pies
de la sabina Juniperus phoenicea.
Es
interesante la distribución de las tres
especies y el híbrido del género
Phomis presentes en estos parajes:
en las partes bajas matagallo (Phlomis
purpurea) y matagallo amarillo (Phlomis
lychnitis), más arriba híbridos (Phlomis
composita Pau = Phlomis crinita´
Phlomis lychnitis)y en lo más alto
la oreja de burro (Phlomis crinita).
22. Fauna
26-XII-00
Alguna chova piquirroja graznó entre las
nubes.
29-XII-00
Cuatro buitres leonados nos sobrevolaron
mientras subíamos y volaron bajo
nuestras vistas cuando alcanzamos la
cima meridional.
Vimos
numerosas chovas piquirrojas y dos
esqueletos de macho cabrío.
23.
Opciones alternativas en las
proximidades
La Fuenfría.
El puerto del
Robledal y la cabecera del río Guadaiza.
24. Connotaciones
Sexuales
Las
canteras de mármol que se divisan en las
proximidades y, todavía más, el tacto
sensual de los grandes bloques, hábilmente
labrados, que hay en las proximidades de la
construcción enigmática que domina la
carretera, me obligan a reflexionar sobre
los testimonios pétreos que nuestra lujuria
ha dejado a lo largo y ancho del tiempo y
del espacio.
Pero ¿dónde detener nuestra mirada
lúbrica? Desde las Venus auriñacienses y
los personajes itifálicos de Altamira,
Lascaux e Isturitz hasta El eterno ídolo
o El beso, con que nos regaló Rodin,
pasando por los cunilingus de la iglesia
de Isle-Adam o del castillo de Montreuil
Bellay, la oferta es casi infinita.
Pero esta duda, este titubeo es pura
retórica. ¿A dónde puedo dirigir
vuestros ojos sino a la tierra de los
hombres y las mujeres para los que no
existía el pecado de la carne, dónde no
se concebían sentimientos de culpa
asociados a las prácticas sexuales,
donde los genitales no eran sucios,
vergonzosos, o innobles, sino objeto de
respetuoso cariño, de atentos cuidados,
de emocionada ternura y de concienzudo
estudio? Hablo de la India, desde luego.
Decididos a
viajar a la India no hay que darle
muchas vueltas; los objetivos de nuestra
peregrinación vienen impuestos por el
tópico, por el “dónde va Vicente”. Nos
dirigimos, con el resto de la manada,
hacia Khajuraho1 primero y, luego, hacia
Konarak. ¿Por qué dos metas? Porque tres
son demasiadas y una demasiado poco.
KHAJURAHO
Estamos
pues en Allahabad, en la confluencia del
Ganges y el Yamuna, lugar a donde
debemos de acudir para ultimar -y nunca
mejor dicho- nuestra postrera tarea de
morir, pues, como bien sabéis, en esa
confluencia deben arrojarse las cenizas
de cuantos aspiran al paraíso. Si
dirigimos la vista al sur vemos, muy
cerca, lo que parece una cadena
montañosa, pero no es sino el borde
septentrional de ese intrincado conjunto
de mesetas que es el Decán. Tomamos pues
la carretera que, buscando el mediodía,
se dirige a Nagpur y Hyderabad. Muy
pronto nuestro camino se eleva hacia lo
alto del macizo neísico cortado por los
afluentes del Yamuna y dejamos atrás
Utar Pradesh para internarnos en el
vecino Madhya Pradesh. Después de viajar
cien kilómetros, acongojados por la idea
de ser degollados en la próxima curva
por bandidos de leyenda llegamos a Rewa.
Poco más allá abandonamos el camino
bueno y nos desviamos a la derecha,
hacia el oeste, en dirección a Panna y
Chhatarpur. Subimos y bajamos por las
colinas. Desde Panna descendemos hasta
el fondo del valle del río Ken y luego
volvemos a subir. Todavía falta bastante
para llegar a Chhatarpur cuando una
señal a la derecha nos indica el camino
del recinto arqueológico de Khajuraho.
Tenemos buen cuidado de hacer nuestro
viaje en los años veinte del siglo que
agoniza (nada de infraestructura
turística: ni hoteles, ni restaurantes,
ni guías, ni tiendas de recuerdos...) y
de aproximarnos a la ciudad fantasma en
la hora del crepúsculo. Estamos en una
comarca de colinas y lagos y nos rodean
campos cultivados y bosques de mangos.
Las torres de los templos (sikham),
construidas de piedra arenisca color
gamuza (como en Salamanca) que difunde
un magnífico color caliente bajo la luz
del sol de la India, adquieren en el
crepúsculo una dulce pátina rosada que,
cuando los últimos rayos iluminan su
barroca superficie, se torna en un
majestuoso color dorado. Un instante
prodigioso torna la piedra en oro.
Como viajamos en el tiempo, en las
proximidades de los templos sólo hay una
aldea de campesinos que nos contemplan
sorprendidos.
La
antigua Khajuraho fue, en una antigüedad
aún más remota, la Ciudad de las
Palmeras, Kharjurabraka, del nombre de
la “kharjura” (Phoenix sylvestris), con
cuyas imágenes estaban decorados los
muros exteriores de la ciudad. Se
extendía por veinte kilómetros cuadrados
de superficie e Ibn-i-Battuta, que la
visitó en 1.335, todavía nos habla de
las maravillas que pudo ver en las
riberas del lago Ninora Tal. Si Ibn-i-Battuta
pudiera acompañarnos nos diría que lo
habíamos llevado a un campo de ruinas.
Abandonada después de las invasiones
musulmanas, los templos cayeron en el
olvido y no fueron redescubiertos hasta
el siglo XIX.
Libres como los pájaros nos dirigimos
ahora hacia el Kandarya Mahadeva2.
Construido sobre una alta plataforma, se
nos presenta como la integración de
cuatro cuerpos, cubiertos de tejados
piramidales que ascienden
escalonadamente para culminar en el gran
sikham, que cubre el sancta sanctorum y
simboliza la montaña sagrada que se
piensa que ocupa el centro del universo.
Nada nos impide ya penetrar en el viejo
templo abandonado y así traspasamos el
umbral de la gran puerta y entramos en
el ardha mandapa o pórtico, atravesamos
la mandapa o nave con columnas destinada
a los fieles, cruzamos incluso la
antarala, que separaba a los fieles del
último recinto, y nos encontramos,
finalmente, en la garbhagrha o cámara
sagrada: tenemos delante el lingan3,
símbolo de Siva, enorme falo de mármol
de 1,35 m de altura, y sobre nosotros la
cubierta, una torre (sikham) de treinta
y tres metros de altura. Deambulamos por
el interior y contemplamos las paredes
llenas de esculturas, salimos y seguimos
abismados en la multitud de músicos que
tocan distintos instrumentos,
cocodrilos, dioses y diosas volando,
parejas copulando, genios, ninfas,
diosas-serpientes, cada uno de los
cuales tiene su personalidad, su
gracia, su
gesto característico. Los rostros de los
copuladores alcanzan a veces una
expresión de gran alegría y plenitud y
en otros casos la paz y la tranquilidad,
una serenidad extraordinaria que se
expresa mediante una sonrisa tierna y
enigmática, reforzada por los ojos
semicerrados, alargados, en forma de
almendra; una serenidad angélica que
turba a los occidentales, desconcertados
por las posturas de acoplamiento que
ellos sienten obscenas. En realidad las
estatuas no decoran sino que son un
centro secundario de irradiación, una
presencia divina subsidiaria respecto a
la cámara sagrada y están allí con un
fin ritual preciso. El maithuna, o
representación del acto sexual, es
también símbolo de la unión del alma
humana con su señor, Siva, la fuerza
divina de renovación, transformación y
creación, que se expresa en el hombre
mediante su fuerza genésica, su poder
sexual simbolizado en el lingan. El
maithuna es una fuente de fecundidad que
irradia de los muros y de las puertas,
que beneficia de esta manera a los
fieles que nos aproximamos por el poder
del deseo que engendra la contemplación.
Mediante el maithuna Siva actúa en
nosotros y nos empuja a la copulación,
pero también inclina al ascetismo, a la
unión divina, y así la pareja simboliza
a dios, a la sakti divina, la sabiduría
eterna.
La sexualidad fue aquí pensada como una
fase necesaria en la vida de toda
persona: todo individuo debe llegar a
ser un experto amante para poder, en una
fase más avanzada de su vida, renunciar
a su sexualidad y convertirse en un
asceta.
KONARAK
Nos hemos marchado a Puri, en el delta
del Mahanadi, a orillas del golfo de
Bengala, por donde navegaron, antes que
nosotros, el portugués Yáñez y su amigo
Tremal Naik. Estamos en el estado de
Orissa. Seguimos el camino de la costa
hacia el norte y a treinta kilómetros de
la ciudad llegamos a un lugar solitario
y desierto (estamos en 1.920) en medio
de la arena, a tres kilómetros de la
playa, nos encontramos con el Templo del
Sol o Pagoda Negra de Konarak,
construido durante el reinado de
Narasimhadeva I Ganga (1.239-1.264) por
iniciativa de este rey y de su esposa
Sita Devi.
La principal característica de este
templo es su colosalismo y el hecho de
habernos llegado mutilado. Está
construido sobre un plinto de más de
tres metros de altura que representa el
carro de Surya, el dios Sol. En este
basamento se han esculpido veinticuatro
ruedas gigantes de piedra, que
simbolizan el ciclo solar, y a él se
sube por una escalera en la que se han
colocado los caballos que arrastran el
carro. La gran escalera da acceso al
jagamohana o porche, gran edificio
cúbico de treinta y tres metros de lado,
cubierto por un tejado piramidal de
treinta y tres metros de altura. A
continuación estuvo el deul o santuario
con su sikhara o torre, que, por los
restos, debió ser inmensa4. El carro
lleva todo un mundo de músicos,
caballeros, parejas copulando,
elefantes, leones, pájaros... Las
escenas sexuales aparecen alrededor de
las puertas, sobre los dinteles, sobre
los muros y en torno a los dioses.
NOTA
1. Fue capital de los Candella, dinastía
local que gobernó el territorio de
Jujakabhukti o Jujhoti (actual provincia
de Bundelkhand) y se independizó de los
reyes de Kanauj c. 900 d. J. C. Los
templos comenzaron a construirse durante
el reinado de Dhanga (950-1.002). Se
dice que los Candella construyeron
ochenta y cinco templos, de los que sólo
veintiuno quedan en pie; los hay
visnuítas, sivaístas y jainas. Entre los
templos visnuístas y sivaístas no hay
diferencia de estructura, pero los
segundos, que son los que aquí nos
interesan, tienen en la cámara sagrada
un lingan, una efigie del toro sagrado
Nandi delante del porche (ardha mandapa)
y un tridente en la cima del tejado.
NOTA 2. Este
templo fue construido entre 1.017 y
1.029. Se han contado en él ochocientas
setenta y dos estatuas de entre setenta
y cinco y cien centímetros de altura,
doscientas veintiséis en el interior y
seiscientas cuarenta y seis en el
exterior.
NOTA 3. No lejos
del Kandarya Mahadeva está el templo de
Visvanatha cuyo lingan, que en la actualidad
es de piedra, era de esmeralda.
NOTA 4. Mucho se
ha escrito sobre esta torre. Algunos dicen
que es obra inconclusa porque su edificación
superó las posibilidades técnicas de los
arquitectos. Otros afirman que se derrumbó,
y atribuyen el derrumbamiento a las más
diversas causas. Lo cierto es que hay
testimonios antiguos del asombro que el
templo causaba a cuantos lo contemplaban y
que la sikhara fue punto de referencia de
los marinos indios que navegaban por el
golfo de Bengala. Incluso hay descripciones
del siglo XIX que demuestran que el
derrumbamiento de la torre ha continuado.
Por lo que nos queda se deduce que era (o
debería haber sido) mucho más alta que las
más altas que han llegado hasta nosotros,
que alcanzan los sesenta metros.
(c) Luis
Sarasola Luna, para uso y abuso de Andrés
Rodríguez González |